LOS RIESGOS DEL ESTRES CRONICO
Cuando la mente ataca al corazón
LICENCIADA YASMINA CARBAJO SMAEL (*) Más allá de nuestro origen genético, el medio en el que nos desenvolvemos crea, a veces, un entorno difícil, que termina agobiándonos, a tal punto que se produce un desencadenante cardiovascular. Es importante saber sobre estos riesgos para que pueden ser irremediables.
La elaboración de un evento puede resultar estresante para una persona pero no para otra.
Cuando un organismo reacciona a un estímulo, que posee las características de estresor, lo hace desde una respuesta neural, neuro-endocrina y cognitivo conductual.
Cuando hablamos de estrés podemos diferenciarlo en positivo o negativo, agudo o crónico, dependiendo de las respuestas adaptativas o mal adaptativas, las cuales conducen a un agotamiento psicofísico.
Hay una gran interacción entre los procesos inflamatorios en el endotelio, cuando las respuestas a un estresor no son las adecuadas y cómo estas influyen en la fisiopatogenia de los trastornos cardíacos, neurológicos y psiquiátricos.
Sabemos que la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial, el tabaquismo, la obesidad, la diabetes, el sedentarismo, factores dietarios, factores trombogénicos, consumo excesivo de alcohol y la menopausia pueden provocar enfermedades vasculares cerebrales y coronarias, impactando sobre el endotelio y causando la muerte prematura.
Pero también existen otros factores, los psicosociales (como el estado de ánimo depresivo, el estrés crónico, la ansiedad, el estrés financiero, estrés en el trabajo o en el hogar, eventos adversos en el ultimo año, la irascibilidad y el aislamiento social) que también juegan un importante papel a la hora de provocar enfermedades vasculares, especialmente coronarias.
No sólo hay que llevar un gen
Vemos que tener un gen ya no necesariamente supone tener la enfermedad.
En consecuencia, la genética puede predisponer y su interacción con el ambiente es lo que determina.
Por ejemplo, la depresión tiene un mal impacto en el proceso fisiopatológico cardíaco, aumentando 4 veces el riesgo de muerte y empeorando groseramente la función eléctrica del corazón, como así el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio.
Los estados depresivos significan un factor pronóstico de riesgo cardíaco.
Hay un hilo conductor neurobiológico común para la ansiedad y la depresión lo que hace pensar a estas como un continuo incluidas dentro del síndrome del estrés.
Por eso, el manejo del estrés es un componente adicional apropiado en los programas de rehabilitación para estos pacientes.
La observación acerca de la personalidad de los pacientes coronarios no es nueva.
En la década del 70 los autores Friedman y Roseman definieron un perfil Tipo A para ciertos patrones de conducta tales como compulsión al trabajo, competitividad, agresividad, hostilidad, impaciencia y apresuramiento.
Actualmente la emoción de la ira atrae particularmente a los investigadores del tema.
Sabemos que cuando hay un componente del sistema que está alterado el resto del organismo también lo está.
Entonces, ¿que podemos hacer los agentes de salud con esta información?
Si bien hay factores de riesgo que no son modificables como la edad, el sexo y la historia familiar, existen otros que sí lo son.
Es desde ahí que mediante la interdisciplina (cardiología, neurología, psiquiatría y psicología) y buscando un lenguaje común los profesionales que piensan al ser humano como el resultado de la interdependencia de los sistemas neuroendócrino, inmunológico y neuropsíquico deben, mediante la psicoeducación y la prevención primaria, tratar de reducir los factores de riesgo que sí son modificables y recurrir a los tratamientos psicológicos como alternativa, a la hora de prevenir y controlar las enfermedades cardíacas.
Hoy se considera que la psicoterapia puede ayudar en el tratamiento de pacientes cardíacos, dada la estrecha relación entre el aspecto psicoemocional y el cardiovascular.
No olvidemos que las crisis emocionales favorecen la manifestación de enfermedades cardiovasculares y viceversa.
Como dice la doctora La Bruna, medica cardióloga y psicoanalista, "una persona con un infarto de miocardio sufre una crisis entre la vida y la muerte; es un suceso muy significativo que tiene relación con su historia y con lo que se pregunta acerca del futuro. Si esto no se trabaja desde lo psicológico, el tratamiento es insuficiente".
Dejemos de pensar en "órganos enfermos" y atrevámosno a comprender al ser humano en su complejidad bio-psico-social.
El estrés
Estrés o etress, en medicina, proceso físico, químico o emocional productor de una tensión que puede llevar a la enfermedad física.
Una eminente autoridad en estrés, el médico canadiense Hans Seyle, identificó tres etapas en la respuesta del estrés.
En la primera etapa, alarma, el cuerpo reconoce el estrés y se prepara para la acción, ya sea de agresión o de fuga.
Las glándulas endócrinas liberan hormonas que aumentan los latidos del corazón y el ritmo respiratorio; elevan el nivel de azúcar en la sangre, incrementan la transpiración, dilatan las pupilas y hacen más lenta la digestión.
En la segunda etapa, resistencia, el cuerpo repara cualquier daño causado por la reacción de alarma.
Sin embargo, si el estrés continúa, el cuerpo permanece alerta y no puede reparar los daños.
Si continúa la resistencia se inicia la tercera etapa, de agotamiento, cuya consecuencia puede ser una alteración producida por el estrés.
La exposición prolongada al estrés agota las reservas de energía del cuerpo y puede llevar en situaciones muy extremas incluso a la muerte.
La licenciada Yasmina Carbajo Smael , autora de este comentario, es Psicóloga, Universidad de Buenos Aires.
Cuando la mente ataca al corazón
LICENCIADA YASMINA CARBAJO SMAEL (*) Más allá de nuestro origen genético, el medio en el que nos desenvolvemos crea, a veces, un entorno difícil, que termina agobiándonos, a tal punto que se produce un desencadenante cardiovascular. Es importante saber sobre estos riesgos para que pueden ser irremediables.
La elaboración de un evento puede resultar estresante para una persona pero no para otra.
Cuando un organismo reacciona a un estímulo, que posee las características de estresor, lo hace desde una respuesta neural, neuro-endocrina y cognitivo conductual.
Cuando hablamos de estrés podemos diferenciarlo en positivo o negativo, agudo o crónico, dependiendo de las respuestas adaptativas o mal adaptativas, las cuales conducen a un agotamiento psicofísico.
Hay una gran interacción entre los procesos inflamatorios en el endotelio, cuando las respuestas a un estresor no son las adecuadas y cómo estas influyen en la fisiopatogenia de los trastornos cardíacos, neurológicos y psiquiátricos.
Sabemos que la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial, el tabaquismo, la obesidad, la diabetes, el sedentarismo, factores dietarios, factores trombogénicos, consumo excesivo de alcohol y la menopausia pueden provocar enfermedades vasculares cerebrales y coronarias, impactando sobre el endotelio y causando la muerte prematura.
Pero también existen otros factores, los psicosociales (como el estado de ánimo depresivo, el estrés crónico, la ansiedad, el estrés financiero, estrés en el trabajo o en el hogar, eventos adversos en el ultimo año, la irascibilidad y el aislamiento social) que también juegan un importante papel a la hora de provocar enfermedades vasculares, especialmente coronarias.
No sólo hay que llevar un gen
Vemos que tener un gen ya no necesariamente supone tener la enfermedad.
En consecuencia, la genética puede predisponer y su interacción con el ambiente es lo que determina.
Por ejemplo, la depresión tiene un mal impacto en el proceso fisiopatológico cardíaco, aumentando 4 veces el riesgo de muerte y empeorando groseramente la función eléctrica del corazón, como así el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio.
Los estados depresivos significan un factor pronóstico de riesgo cardíaco.
Hay un hilo conductor neurobiológico común para la ansiedad y la depresión lo que hace pensar a estas como un continuo incluidas dentro del síndrome del estrés.
Por eso, el manejo del estrés es un componente adicional apropiado en los programas de rehabilitación para estos pacientes.
La observación acerca de la personalidad de los pacientes coronarios no es nueva.
En la década del 70 los autores Friedman y Roseman definieron un perfil Tipo A para ciertos patrones de conducta tales como compulsión al trabajo, competitividad, agresividad, hostilidad, impaciencia y apresuramiento.
Actualmente la emoción de la ira atrae particularmente a los investigadores del tema.
Sabemos que cuando hay un componente del sistema que está alterado el resto del organismo también lo está.
Entonces, ¿que podemos hacer los agentes de salud con esta información?
Si bien hay factores de riesgo que no son modificables como la edad, el sexo y la historia familiar, existen otros que sí lo son.
Es desde ahí que mediante la interdisciplina (cardiología, neurología, psiquiatría y psicología) y buscando un lenguaje común los profesionales que piensan al ser humano como el resultado de la interdependencia de los sistemas neuroendócrino, inmunológico y neuropsíquico deben, mediante la psicoeducación y la prevención primaria, tratar de reducir los factores de riesgo que sí son modificables y recurrir a los tratamientos psicológicos como alternativa, a la hora de prevenir y controlar las enfermedades cardíacas.
Hoy se considera que la psicoterapia puede ayudar en el tratamiento de pacientes cardíacos, dada la estrecha relación entre el aspecto psicoemocional y el cardiovascular.
No olvidemos que las crisis emocionales favorecen la manifestación de enfermedades cardiovasculares y viceversa.
Como dice la doctora La Bruna, medica cardióloga y psicoanalista, "una persona con un infarto de miocardio sufre una crisis entre la vida y la muerte; es un suceso muy significativo que tiene relación con su historia y con lo que se pregunta acerca del futuro. Si esto no se trabaja desde lo psicológico, el tratamiento es insuficiente".
Dejemos de pensar en "órganos enfermos" y atrevámosno a comprender al ser humano en su complejidad bio-psico-social.
El estrés
Estrés o etress, en medicina, proceso físico, químico o emocional productor de una tensión que puede llevar a la enfermedad física.
Una eminente autoridad en estrés, el médico canadiense Hans Seyle, identificó tres etapas en la respuesta del estrés.
En la primera etapa, alarma, el cuerpo reconoce el estrés y se prepara para la acción, ya sea de agresión o de fuga.
Las glándulas endócrinas liberan hormonas que aumentan los latidos del corazón y el ritmo respiratorio; elevan el nivel de azúcar en la sangre, incrementan la transpiración, dilatan las pupilas y hacen más lenta la digestión.
En la segunda etapa, resistencia, el cuerpo repara cualquier daño causado por la reacción de alarma.
Sin embargo, si el estrés continúa, el cuerpo permanece alerta y no puede reparar los daños.
Si continúa la resistencia se inicia la tercera etapa, de agotamiento, cuya consecuencia puede ser una alteración producida por el estrés.
La exposición prolongada al estrés agota las reservas de energía del cuerpo y puede llevar en situaciones muy extremas incluso a la muerte.
La licenciada Yasmina Carbajo Smael , autora de este comentario, es Psicóloga, Universidad de Buenos Aires.
Autor/es:
Lic. Yasmina Carbajo Smael
Fecha:
Martes, 6 Junio, 2006